COLETTE, LA PELÍCULA (análisis de una sombrerera)

Esta es la historia de una vida real, la de Gabrielle Sidonie Colette: mujer que alteró las reglas de juego de la sociedad parisina de principios del siglo XX.

Escritora francesa muy famosa, casada con un señor 14 años mayor que ella que “le permite que escriba” con la condición que publique sus novelas bajo el nombre de él.

Solo por conocer a este personaje femenino, por entenderla y además por aprender de su valentía, vale la pena ver la película. Pero además, por admirar el trabajo de la directora de vestuario y los sombreros con los que Keira Kingsley nos deleita.

Ya sabéis, se me van los ojos hacia las cabezas!!.

Igualmente voy a ser un pelín crítica y aunque son muy monos los sombreros de paja y cintas que Keira luce en la película, tengo la obligación de enseñar a mi público y os digo que ese no era el estilo de sombrero que se utilizaba en esa época. Pero cuando leáis más detalles, entenderéis por qué se permitió faltar a la verdad y caracterizar diferente a sus actrices.

Como ya sabréis, los sombreros exclusivos los creaban las modistas, pero la base del sombrero (lo que iba en contacto con la cabeza) estaba hecho de paja o de fieltro y ahí, el encargado de darle la forma era el SOMBRERERO. La modista actuaba después, adornando ese sombrero con multitud de cintas, velos, telas y plumas..

Para nuestra Colette, a pesar de ser una mujer de categoría social alta, han obviado este paso y la han condenado a usar sombreros de paja (parecidos al Cannotier pero con una copa más alta) de diferentes tamaños y con adornos muy sencillos.

Querida Colette, si yo fuera tu sombrerera te haría un Claraele muy distinguido y muy “belle epoque”, un turbante que diera protagonismo a estilo bohemio.

La moda de la famosa “Belle epoque”.

Los hombres usaban cuatro sombreros: el de “copa” para las grandes ocasiones, el “Fedora” y el “bombín”, (cuya copa era redonda), para día y las gorras chatas de lana. Salvo el de copa, el resto han regresado y poco a poco se van viendo en las cabezas masculinas del siglo XXI.

Las mujeres, eligieron usar los sombreros más grandes de la historia. Sombreros excesivos, con largas plumas de pájaros exóticos y enormes velos. Turbantes con largas plumas en el centro o con perlas colgando desde los bordes.

La elegancia se medía en las proporciones, la variedad y la calidad de los materiales empleados en la elaboración de los sombreros.

Dicen las malas lenguas que incluso se ponían entre las plumas, pájaros disecados; hasta el punto de que algunas especies, las más llamativas llegaron a estar al borde de la extinción..

También gustaban mucho las plumas de avestruz, denominadas «amazonas», que hacían juego con los enormes abanicos.

Cuanto más elevada era la categoría social de la dama, más grande y más caro era su sombrero. Un poco hortera..

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